Capítulo 12

—¿Hernán? La voz de Santiago era ronca, y su cuerpo entero se tensó. ¿Ese hombre en silla de ruedas era realmente Hernán? Mauricio lo miró, sorprendido, y sus ojos se cruzaron por un instante. Ambos se estudiaron en silencio, hasta que Hernán desvió la mirada primero. Mauricio, en cambio, notó sus piernas inmóviles y frunció el labio con desdén. Tenían casi la misma edad. Desde niño, Mauricio había crecido bajo la sombra del mito de Hernán. El prodigio de la familia, de rostro hermoso y carácter tranquilo, el hijo ejemplar al que todos los adultos elogiaban. Pero todo aquello se había derrumbado cuando Hernán tenía diez años. Fue secuestrado por una banda de traficantes, torturado, y cuando finalmente lo rescataron, sus piernas estaban destrozadas. Desde entonces, rara vez aparecía en público. Su carácter se volvió impredecible, hermético. ¿Qué hacía alguien como él aquí, hoy? Por alguna razón, las palabras que su padre le había dicho tres días antes cruzaron fugazmente la mente de Mau