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Capítulo 2

Cuando Lidia llegó a casa, ya estaba completamente agotada. Al abrir la puerta y ver las cosas de Serena por todas partes, sintió una opresión inexplicable en el pecho. Desde que Serena se alojó aquí, todo había cambiado. Ramón se lo daba todo lo que ella quería. Si quería actuar, él le compraba guiones. Si quería cantar, y él le compró canciones. Él simplemente la mimaba sin límites. Al recordar que el premio a la mejor actriz de hoy fue quitada por Serena, Lidia sintió una inexplicable aflicción. Solo podía obligarse a distraer la atención. Tomó su celular, abrió su Instgram y vio de inmediato una nueva publicación de Serena. —¡Genial, tengo una casa y un carro nuevos! Dice que es una sorpresa que me ha preparado. ¡Hoy estoy muy feliz! Lo amo mucho, ¡ojalá fuera así para siempre! Abajo adjuntó tres fotos. Una de una villa, otra de un carro deportivo. Todo era de lujo. Y otra más era la espalda de Ramón. Aunque solo se veía la mitad, Lidia no podía equivocarse. Habían sido novios por tres años, y él solo le transfería dinero el día de su cumpleaños, ni siquiera se molestaba en comprar un regalo. Cuando le preguntaba, él decía que no sabía qué les gustaba a las chicas. Pero, ¿por qué sabía qué regalarle a Serena? Lidia sentía un dolor punzante en el corazón. Continuó deslizando el dedo en la pantalla hasta llegar a una publicación de un alto ejecutivo de la empresa de Ramón. —¡Qué increíble! ¿Qué gran alegría le ha pasado al jefe hoy que decidió dar bonificaciones y beneficios a toda la empresa? ¿Acaso va a tener alguna noticia buena con su amada? Este comentario recibió un 'me gusta' de Ramón. Lidia apretó bruscamente los dedos y apagó la pantalla. Una lágrima cayó en el borde del celular. Su amada... Ramón y Serena no regresaron hasta medianoche. Ambos estaban borrachos, con un fuerte olor a alcohol. Ramón, recostado en el sofá, le ordenó a Lidia: —Tráenos agua a Serena y a mí. Lidia no se movió. Serena la señaló con un dedo: —Oye, estamos hablando contigo, ¿no nos entiendes? Cuando se emborrachaban, comenzaban a mostrar su verdadera naturaleza. Lidia no quería discutir con borrachos, se levantó y se dirigió a la cocina. Apenas se fue, Serena se metió en los brazos de Ramón, murmurando con un tono dengoso: —Cariño, me gustas mucho. Lidia se quedó paralizada en el acto. Al darse la vuelta, vio a Ramón abrazarla con naturalidad y preguntarle en tono seductivo: —Serena, ¿sabes quién soy? Serena continuó diciendo: —¡Eres mi esposo! —Llámame por mi nombre. —Mmm, tú eres... Ramón. Pronunció su nombre con claridad, sílaba por sílaba. No había confundido a Ramón con su esposo, sabía perfectamente quién era él. Al siguiente segundo, Ramón perdió la cabeza y la besó. Lidia abrió los ojos desmesuradamente, retrocedió unos pasos incrédulamente y de forma tambaleante, volcando el vaso que estaba en la mesa. El ruido despertó a Ramón. Se despertó sobresaltado, se levantó del sofá, miró a Lidia y se tocó la frente: —Lidia, estoy borracho, la confundí contigo... Comenzó a caminar hacia Lidia. Pero a Lidia le dio náuseas, sintió un asco que le provocaba ganas de vomitar. —¡No me toques! Ella apartó la mano de Ramón que se acercaba hacia ella. Ramón la miró a los ojos enrojecidos y quedó paralizado por un instante. En ese momento, Serena, detrás de ellos, comenzó a vomitar junto al basurero, gritando su nombre entre arcadas: —Ramón, me siento muy mal... Ramón reaccionó de inmediato, se volvió para atender a Serena. Le limpió la boca, le dio agua y la abrazó mientras le palmaba la espalda con extrema ternura. Él antes también trató así a Lidia. Pero desde que Serena regresó, él ya no podía ver a nadie más. Fue en este momento que Lidia por fin admitió que no había vuelta atrás, Ramón de veras se había enamorado de otra persona. Ella se secó lentamente las lágrimas en los rabillos del ojo y subió las escaleras. Llamó a su agente. —¿Cuánto trabajo me queda por hacer? La agente contestó con una voz confusa: —No queda mucho, ¿qué pasa, Lidia? Lidia cerró los ojos y dijo con firmeza: —Una vez que termine estos trabajos, no me asignes más. —Planeo retirarme de este sector para estudiar en el extranjero. Ya estaba cansada y agotada, y no quería volver a ver a esas dos personas nunca más.

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