Capítulo 21
Alejandro colocó a Javi detrás de él. Su figura alta y su fría presencia formaban un contraste absoluto con Carlos, uno oscuro y otro claro, enfrentándose como cuchillas opuestas.
Carlos siempre había sido amable, pero aquella escena lo hizo fruncir el ceño de indignación: —Señor Alejandro, aunque proteja a su hijo, no puede ignorar que ha mordido a Mari.
Alejandro solo dejó escapar una risa indiferente. —¿Oh? ¿La mordió?
Miró hacia María y preguntó, desprendido: —Dime, ¿mi hijo te mordió? Si lo hizo, lo enviaré al reformatorio para que lo corrijan.
¿Reformatorio?
Esos lugares donde cada cierto tiempo ocurrían casos de abuso infantil que terminaban en tragedia...
María presionó su mano ensangrentada contra la mordida y levantó la mirada hacia Javier.
El niño seguía mirándola con los ojos muy abiertos, hinchados de rabia y resentimiento... Ojos grandes, tan parecidos a los suyos, llenos de un rencor inexplicable.
Nacer pero no ser criado... Quizás ese era el castigo que ella debía sopor

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