Capítulo 75
—¿Qué?
Alfredo se sorprendió tanto que creyó haber escuchado mal. —Si quemas las tablillas de madera, entonces todos los deseos anteriores también desaparecerán...
—Lo sé.
La voz de María no tuvo el más mínimo cambio. —Por favor, Alfredo, permítalo.
A un lado, Alejandro se tensó como si un látigo invisible lo hubiera azotado.
Él alzó ligeramente la mirada hacia las pequeñas tablillas de madera suspendidas sobre su cabeza y, de pronto, interrumpió con voz tajante. —¡Laura, María jamás habría aceptado quemar estas tablillas!
Aunque él no entendía por qué María lo había amado tantos años, habían sido diez años, ¡tres mil deseos!
¿María sería capaz de prenderles fuego y quemarlos todos?
Él no lo creía.
Su cara cambió de inmediato, cargado de amenaza. —Si lo decides por tu cuenta, haré que pagues un precio muy alto por ello.
Al oír la ciega seguridad en la voz de Alejandro, el corazón de María se enfrió un poco.
Llegados a este punto, ¿de verdad él creía que ella aún sentiría añoranza por é

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