Capítulo 11
Cameron
Alguien tocó a la puerta, sorprendiéndome. Mi madre apareció detrás con una sonrisa avergonzada.
—¿Qué pasa? —le pregunté con el ceño fruncido. Las únicas veces que me sonreía de esa forma eran cuando necesitaba de mi ayuda para cosas tecnológicas o cuando me metía en problemas con mi padre.
Me quedé un poco preocupado porque no había hecho nada para enojar a mi padre. Mis notas estaban bien, nunca faltaba a los entrenamientos de fútbol y siempre era el mejor en los entrenamientos para hombres lobo adolescentes que la manada daba.
—¿Mamá? —pregunté al verla permanecer en silencio—.¿Estoy en problemas?
—No realmente —me explicó mientras entraba a mi cuarto, su vestido y peinado me dijeron que de posiblemente había estado en algún evento público—. ¿Por qué no te nos unes en la oficina de tu padre? Tenemos cosas de las que hablar.
—Por supuesto —le respondí mientras dejaba el celular en la cama. La seguí por el pasillo hasta llegar a la oficina en donde mi padre se encargaba de todos los asuntos de Alfa y de su negocio. Nuestra familia poseía dos barcos de cargamento, así como uno para pasajeros y de ahí provenía la mayor cantidad de los ingresos para la manada.
Sin embargo, todos los mayores de veinticinco dentro de la manada tenían que contribuir económicamente con el mantenimiento de la misma. La razón por la que mi padre pedía esa edad era porque quería que todos fuéramos a la universidad. Podíamos ser criaturas supernaturales, pero el mundo ya no era el mismo. Teníamos que aprender a mezclarnos con los humanos y esconder nuestras identidades.
Mi madre tocó dos veces las dobles puertas y entramos cuando se nos dio permiso. Pensé que quizás estaría ocupado trabajando, pero nos recibió con algunos piqueos en la mesa del costado.
—Cameron —me sonrió ni bien nos vio—. Ven, siéntate, tenemos que hablar.
—Sí.
Me senté frente a mis padres, nos quedamos un momento en silencio mientras mi madre nos servía café. Tomé la taza y probé un poco del sabor mientras mis padres se quedaron ligeramente derechos sonriéndome como si no hubiera pasado nada malo, a pesar de que sabía que seguramente estaba conversando telepáticamente.
—De acuerdo —comencé mientras dejaba mi taza en la mesa—. ¿Qué es de lo que querían hablar?
—Hijo, ¿es Sarah tu compañera? —me preguntó con un suspiro mi padre.
—¿Qué? —respondí, alarmado. La pregunta me había tomado por sorpresa, los padres de Sarah eran los mejores amigos de los míos. Además de que su padre era el beta de la manada y por eso nos conocíamos desde tan pequeños. Sabía que ambas familias habían esperado que fuéramos almas gemelas... ¿cómo le podía responder cuando ni siquiera sabía la verdad?
Mi lobo refunfuñó al escucharme porque me recordó que ya sabía quién era mi compañera. Aunque traté de negárselo, porque era una suposición, no sería verdad hasta que cumpliera los dieciocho años, y realmente quería que no se cumpliera.
—No lo sé —les mentí, no podía confiarles todo lo que había pensado—. No sé todavía si ella es mi compañera o no.
—Es comprensible —dijo mi madre mientras fruncía los labios—, para ser honesta, fueron los padres de Sarah los que querían saber, como ustedes son tan unidos.
—Malaya, sabes que no es así como funciona el llamado —le recordó mi padre—. Está bien si ella no es tu compañera, solamente espero que no se resienta ninguno cuando sepas quién es tu verdadera alma gemela.
En ese momento entendí la preocupación de mis padres. Mi padre era un hombre muy ocupado para estar teniendo estas conversaciones sin ningún motivo ulterior.
—Papá, no te tienes que preocupar —traté de calmarlos a los dos—. Solo somos mejores amigos, nunca hemos salido y no creo que lo hagamos a menos que nos convirtamos en compañeros.
Sarah era mi mejor amiga y la respetaba demasiado para herirla de cualquiera forma. Esta era la razón principal por la que nunca nos habíamos esforzado en aclarar los rumores sobre nosotros porque pensaba que no era necesario darle atención a esas cosas. Las personas que sabían la verdad eran mis amigos y familiares.
—Me alegro de escuchar eso —dijo mi padre mientras suspiraba de alivio—. Que bueno que nunca hayan cruzado esa línea porque al menos así mantenemos nuestra relación con la familia de Sarah intacta.
—Charles —le rezongó mi madre fulminándolo con la mirada—, ¿podrías dejar los asuntos de negocios afuera cuando estamos hablando de nuestra familia?
—No es eso, Malaya —le respondió este con el ceño fruncido—. Cameron y Sarah van a heredar nuestro imperio, es beneficioso para todos que no haya ningún malentendido entre ellos.
Mientras mis padres se concentraban en una conversación sobre el negocio que tenían con los Parker, levanté mi taza y me quedé observándolos mientras me daba cuenta de que mis padres tenían una relación de iguales. Los dos eran dos piezas diferentes que armaban una mejor. Ambos eran inteligentes y tenían el mismo estatus dentro de la manada. ¿Qué oportunidad tenía Freya en esta situación?
Me les quedé mirando con preocupación, dándome cuenta de que quizás la diosa había cometido un terrible error y pronto toda la manada se enteraría.