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Capítulo 7

Freya El día recién había comenzado, pero ya podía ver que solamente se iba a poner peor.  —¿Qué es lo que recomiendas? —preguntó Alexander, parando las risas, no parecía interesado en unírseles mientras revisaba el menú—. ¿Cuál es el especial de hoy?  —Ese sería una hamburguesa de un cuarto de libra con queso y tocino además de una porción de papas con queso derretido —le expliqué mientras sacaba mi libreta y me posicionaba para tomar sus órdenes, apretando el lapicero con más fuerza de la necesaria esperando que todo terminara rápido.  —Qué asco, demasiado queso —se quejaron al mismo tiempo Laura y Cindy con voces increíblemente agudas que te podían perforar los tímpanos. No era la primera vez que escuchaba ese tono de un cliente.  —¿Les gustarían ensaladas? —les pregunté, tratando de no tartamudear—. Tenemos ensalada César, ensalada de pasta y ensalada de frutas. —Dos ensaladas de pasta, una César y dos ensaladas de frutas con los aderezos aparte —me dijo una tercera voz, más amable, cuando levanté la mirada me di cuenta de que había sido Sarah quien había hablado—. Los chicos querrán dos hamburguesas con papas.  Luego se volteó hacia Cameron y le tomó del brazo para preguntarle si quería pedir un filete de carne. Verlos interactuar con tanta facilidad, me hizo apretar los dientes al ver que era verdad lo que habían dicho las dos chicas en el baño. Realmente se veían muy bien juntos: la pareja dorada.  —Claro —respondió el chico con una sonrisa amable, una que nunca antes le había visto hacer y sentí una peso en el estómago. ¿Qué me estaba pasando? ¿Realmente estaba sintiendo celos de Sarah Parker? La chica era una de las mejores personas en la escuela, tampoco quería la atención de Cameron para ser sincera, ¿por qué me estaba sintiendo de esta manera?  —Entonces, por favor, un filete también, término medio —me pidió Sarah con una sonrisa, sorprendiéndome al ver lo bien que conocía a Cameron—. Eso sería todo.  —¿Algo para tomar?  Terminé de anotar todo y regresé a la cocina para darle las órdenes. No habían muchos clientes y los que habían llegado estaban siendo atendidos por mis compañeros. Así que decidí quedarme un rato con Julian ayudándolo con su tarea mientras la comida se preparaba. La verdad me hubiera gustado pasar la mesa de los chicos a uno de los otros meseros, pero sabía que no la tomarían, en especial porque era por una razón personal.  Las hamburguesas fueron las primeras en estar listas, así que se las llevé. Derek le dijo algo a Trisha al oído haciéndola reír a escondidas, mientras Sarah y Cameron estaban sumidos en su conversación. Alejé la mirada al instante cuando el chico levantó la mirada y me fui corriendo hacia la cocina para traer sus otros platos.  Pensé que acabarían rápido, pero desafortunadamente se quedaron hablando y comiendo a paso de tortuga. Luego, pidieron más comida y siguieron hablando en susurros. Seguí trabajando en otras mesas mientras la noche avanzaba, dándome cuenta de que iba a ser una noche pesada. Estaba hambrienta y cansada, no había podido tomar ni un solo descanso y no había ganado más de diez dólares. Suspirando, levanté la cabeza y continué trabajando a pesar de las dificultades.  Finalmente, después de dos horas, el grupo de Cameron pidió la cuenta. Se las dejé, recogí todos los platos y cuando volví ninguno de ellos siquiera intentó dividir lo que iban a pagar. Cameron sacó un fajo de billetes y pagó.  —Ya que fuiste tan buena mesera —dijo Derek mientras me mostraba un billete de veinte—. Aquí está tu propina.  Lo miré con esperanza porque ese dinero podría ayudarme a sobrevivir dos días, incluso podría comprarle jugo de manzana a Julian. Últimamente había querido un poco, pero no había tenido suficiente dinero para comprárselo. Sin embargo, cuando extendí la mano para agarrarlo, el chico soltó el billete haciendo que cayera al piso. Pensé que se había equivocado, así que me agaché para recogerlo cuando un pie me pisó la mano.  —¿Tanto quieres el dinero? No seas tan desesperada —se rio Derek maniáticamente y me sonrojé sabiendo que todos nos estarían viendo ahora. Cameron le llamó la atención con severidad, haciendo que quitara el pie inmediatamente.  Me quedé en el piso, pasando saliva y tratando de recuperar la poca dignidad que me quedaba. Por favor, necesitaba un poco de fortaleza para poder levantarme. Por favor, esto no podía estar pasándome. Me mordí el labio inferior, recordándome una y otra vez que no era el momento para ponerme a llorar. Todo terminaría pronto, apreté el billete con fuerza y me levanté lentamente del piso con la mirada gacha porque no podía ver sus sonrisas crueles. Sin embargo, antes de que pudiera irme, la voz de Cameron me paralizó en mi lugar.  —¿Cómo pudiste recogerlo después de lo que te hizo? —le recriminó con la misma dureza, pero mantuve mis ojos fijos en el suelo porque no quería enfrentarme a su rabia—. ¿No tienes dignidad?  ¿En serio me estaba preguntando si tenía dignidad? Miré el billete en mi mano, separé la mano para no dañarlo y me di cuenta de que, por primera vez en mi vida, quería responderle de vuelta.  —¿No deberías estar preguntándole eso a tu amigo? —le pregunté con la voz queda, pero sin tartamudear en ningún momento—. ¿No deberías preguntarle a tu amigo cómo se siente pisar el dinero que sus padres ganaron con tanto esfuerzo?  Me di la vuelta dejándolos sumidos en silencio y estaba segura de que sus ojos me siguieron hasta que desaparecí detrás de las puertas de la cocina. 

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