Capítulo 1236
Su tacto era como una caricia cálida, que recorría suavemente y se prolongaba, hechizando, agitando sus nervios sin esfuerzo.
Sus ojos se oscurecieron cuando agarró bruscamente su mano rebelde. Su voz sonó ronca, casi al borde de la rendición: "Si sigues así, nena, no podré controlarme".
El dormitorio estaba oscuro y silencioso, iluminado únicamente por una lámpara de noche.
La cortina transparente se ondeó cuando una ráfaga de viento entró por la ventana.
La voz profunda y ronca de Joseph resonó en el oído de Lucille, y cada palabra y frase se incrustaron en sus oídos.
Fue agradable pero provocativo.
Lucille parpadeó y luego se detuvo.
Al verla cesar en sus payasadas, José se sintió algo decepcionado, interpretando su acción como un rechazo.
Su paciencia estaba casi al límite. Suspiró profundamente, resignado a levantarse de nuevo y tomar otra ducha fría.
Sin embargo, en ese momento, una fuerza debajo de él hizo que Joseph se pusiera rígido. Cuando recuperó el sentido, la vio encima d

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