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Capítulo 6

El día que Patricia salió del hospital, algunas compañeras de cuarto fueron a verla y, de paso, la llevaron a una reunión de la clase. La reunión se celebró en un restaurante, y apenas entró, sintió las miradas malintencionadas de algunas personas. —¿No es ésta la persona más ocupada de la clase? ¿No que ya no vivía en la universidad ni se relacionaba con sus compañeros? ¿Ahora sí tiene tiempo? ¿Y su novio? —A lo mejor la dejó el novio, ¿no? Tiene cara de inocente, pero vete a saber lo que hace en su vida privada. Dicen que por dinero le gustan los hombres de cincuenta años. —¡Ese aire de interesada no va conmigo! Algunas chicas que nunca soportaron a Patricia se reunieron a murmurar, y las compañeras de cuarto, al oírlas, se enfadaron muchísimo y no tardaron en responder. —¿De qué están hablando? Patricia se mudó para vivir con su novio, ¡no con ningún hombre mayor! —¡Qué risa! ¿Novio? Yo la he visto más de una vez subir a un carro de lujo a medianoche. ¿Eso no es estar mantenida? En vez de inventar historias, deberían decirle que deje de vender su cuerpo por dinero. Está desprestigiando a la Universidad San Miguel. Ese tipo de insultos cruzó todos los límites, encendiendo la furia de sus amigas. Estaban a punto de ir a confrontarlas cuando, de reojo, una de ellas vio a una figura familiar por la ventana y gritó emocionada: —¡Miren bien, ahí está el novio de Patricia! En ese instante, todos en el restaurante se giraron a mirar. Al ver a Alejandro, todos abrieron los ojos, incrédulos. —¿Qué broma es ésta? ¿Alejandro fijándose en Patricia? ¡Ni para limpiarle los zapatos sirve! —Eso no lo deciden ustedes. Ahora mismo vamos a comprobarlo. Con la aparición de Alejandro, las compañeras de cuarto se sintieron respaldadas y arrastraron a Patricia para ir a buscarlo. Entre miradas de asombro, estaban por acercarse cuando vieron a Alejandro dirigirse hacia el asiento del copiloto y ayudar a una mujer a bajar del carro. Estaban muy cerca, con gestos íntimos, y no parecían simples amigos. Una chica, que miraba la escena, reconoció enseguida a Irene. —¿No es ella la exnovia de Alejandro, Irene? Ellos estudiaron en la misma universidad que mi hermano. Cuando eran pareja, fue un escándalo. Hasta ahora sigue colgada su foto juntos en el tablón de anuncios de la escuela, cuando ganaron aquel premio. —Ahora todo tiene sentido. Alejandro es tan fiel, es imposible que esté con Patricia. Algunas solo quieren aprovecharse de él. Seguramente la mantienen hombres mayores, y ni lo quiere reconocer. Tras ese comentario, la situación se volteó de inmediato. Todos miraban a Patricia con desprecio. En medio de la confusión, Alejandro levantó la vista hacia el restaurante y le dijo algo a Emilio. Pronto, Emilio se dirigió hacia ellos. Al verlo acercarse, las compañeras de cuarto de Patricia pensaron que aún había esperanza y la sujetaron, nerviosas, esperando que viniera a buscarla. Emilio efectivamente se detuvo frente a ellas, pero no se detuvo, sino que fue directo a hablar con el dueño del restaurante. —El presidente Alejandro quiere almorzar aquí, por favor despeje el lugar, le gusta la tranquilidad. El dueño, encantado de tener semejante cliente, rápidamente invitó a los comensales a salir, ofreciéndoles la comida gratis a modo de compensación. También la mesa de Patricia fue invitada a retirarse, y cuando salieron, justo se cruzaron con Alejandro e Irene. Patricia, queriendo evitar encontrarse con ellos, bajó la mirada y apartó la vista. Pero las chicas aprovecharon la ocasión y, con voz fuerte y delante de todos, preguntaron: —Presidente Alejandro, somos de la Universidad San Miguel, ¿conoce usted a una alumna llamada Patricia? Alejandro se detuvo por un instante y, con la mirada, buscó entre la multitud. Irene, al ver a Patricia en el rincón antes de que él respondiera, intervino primero: —¿Qué pasa? —Ella anda diciendo por todas partes que tiene una relación con el presidente Alejandro y le está dañando la reputación. Solo queríamos aclarar el asunto. Al oír esto, Irene soltó ligeramente la mano de Alejandro y lo miró fijo: —¿Tienes alguna relación con Patricia? Al escuchar la pregunta, Alejandro alzó levemente la vista. Irene conocía la relación entre Patricia y él. Él también entendió que ese grupo de personas solo quería humillar a Patricia. Pero aun así, Irene hizo la pregunta que ambos sabían responder. Quizás quería poner a prueba cuánto significaba Patricia para él. Si lo reconocía en ese momento, solo complicaría aún más su reconciliación con Irene. Así que respondió con indiferencia: —No la conozco. Al escuchar esa respuesta tan fría, todos los estudiantes estallaron en carcajadas, lanzando miradas de burla hacia Patricia. Frente a ese desprecio abierto, Patricia cerró los ojos. En medio de las risas y burlas, su celular vibró varias veces. Al desbloquearlo, vio el mensaje de Irene: [Para Alejandro, tú no significas nada. Por eso nunca te dará tu lugar ni le importan tus sentimientos. Cuatro años de compañía no valen nada para él. No importa cuánto te haya consentido, para él eres alguien de quien puede prescindir, alguien a quien nunca consideraría para casarse.] Patricia leyó el mensaje en silencio y recordó cuando, dos años atrás, sus compañeras de cuarto los sorprendieron besándose en la puerta de la universidad. En ese entonces, todas se volvieron locas y le preguntaron a Alejandro qué relación tenía con ella. Antes de que Patricia pudiera decir nada, Alejandro la abrazó por la cintura y dijo despacio: —Somos novios. Desde ese día, Patricia siempre creyó que eran pareja. Hasta ahora comprendía que todo fue una ilusión de su parte. Alejandro siempre esperó el regreso de Irene, y ese lugar de pareja estaba reservado para ella. Patricia solo fue una herramienta para sanar su dolor, una distracción. Al final, estaba destinada a ser solo una pasajera en su vida, una persona insignificante que simplemente pasó de largo.

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