Capítulo 10
Los policías, impotentes, volvieron a llamar varias veces. Enviaron mensajes de texto y fotos; al final solo les quedaba resignarse al destino.
Si no venía nadie a reclamar el cuerpo, tal vez Andrea sería enviada a cremación.
—Qué desgracia. Tiene padres y marido, y nadie quiere venir a reclamar su cadáver. De verdad, ¿en qué estarán pensando sus familiares? Se lo hemos explicado tantas veces, ¿cómo es posible que sigan sin creerlo?
El policía suspiró hondo y negó con la cabeza.
Al ver los mensajes y las fotos, la cara de Lorenzo se oscureció; el teléfono que sostenía estuvo a punto de hacerse añicos en su mano.
Andrea yacía allí, en un silencio absoluto; con solo mirarla, cualquiera sentía un escalofrío.
Por más que él se negara a aceptarlo, la realidad estaba frente a sus ojos.
Él apretó los dientes con fuerza; una mezcla de amargura y ansiedad lo invadía sin cesar.
—Andrea, ¿hacerse la muerta es tu nueva táctica? ¿De verdad crees que fingiendo estar muerta voy a dejar de lado los re

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