Capítulo 37
Edward estaba sentado en un rincón oscuro, con un vaso de vino en la mano, y apenas era capaz de abrir los ojos. En la mesa, frente a él, había tres grandes botellas vacías. Sus largas piernas estaban sobre la mesa y parecía estar inmerso en su propio mundo, sin que nadie más que él tuviera cabida. Estuvo sumido en sus pensamientos hasta que escuchó una voz, hizo una mueca y pensó:
"No me dejarás en paz, ¿verdad? ¡Bruja! Me has hechizado para que escuche tu voz en todas partes".
Pero, sin que él lo supiera, Alexia sostenía un micrófono en las manos y miraba al DJ. Él le devolvió la mirada y la música comenzó. Ella se soltó el pelo y miró hacia abajo, y cuando levantó la vista, su semblante cambió y el público la miró desconcertado. Su melodiosa voz resonó en los oídos de todos y quienes quisieron bailar, lo hicieron. Mientras que algunos se limitaban a observar con asombro, otros la filmaban en el escenario y le tomaban fotos.
Al mismo tiempo, otro hombre estaba de pie en las escaleras

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