Capítulo 6
No escuché con claridad lo que se dijo después.
Porque el mar de fuego ya me había devorado por completo.
Un incendio en una noche de invierno estaba destinado a ser una verdadera catástrofe.
Al lanzarme al mar de llamas, era como apostar mi propia vida.
De hecho, aunque no escuché con claridad las palabras de Mateo, podía adivinarlas.
Seguro quería decir que Samuel no estaba en el hotel.
Y esto tenía sentido, Samuel ocupaba un cargo importante y siempre andaba acompañado de guardaespaldas.
Ahora, con el incendio repentino, si de verdad Samuel estuviera atrapado en el hotel, sus guardaespaldas ya habrían entrado hace rato rescatarlo.
De lo contrario, si algo le pasaba, la mayor responsabilidad recaería sobre ellos, y la familia Navarro sin duda alguna exigiría explicaciones. Incluso no sería imposible que los obligaran a pagar con sus vidas.
Pero al final, los guardaespaldas no dieron señales de actuar y, por el contrario, nos presionaron a Natalia y a mí para que entráramos a salvarlo.
Eso solo podía significar que se trataba de una vil trampa.
Yo lo sabía a la perfección, lo entendía todo, pero aun así debía entrar, porque... solo apostando mi vida podía impedir que él y Natalia reavivaran su antigua relación.
Además, Samuel siempre sospechaba de mí, no creía para nada en la sinceridad de mis sentimientos.
Así, de paso, también podía disipar un poco sus dudas, matando dos pájaros de un solo tiro.
Las llamas se hacían cada vez más intensas, quemando de esa manera mi piel con una sensación punzante e indescriptible.
Me esforzaba por protegerme el rostro, evitando quemaduras que pudieran desfigurarme y causar por completo el desprecio de Samuel.
Sin darme cuenta, ya tenía varias quemaduras y el humo denso casi no me dejaba respirar.
Al final de cuentas, no pude resistir más y caí justo en la entrada de una escalera.
"...¿Acaso iba a morir quemada?"
Pensando confusamente en todo eso, justo antes de perder el conocimiento, un rostro de hombre cruzó enseguida por mi mente.
El hombre vestía una impecable camisa blanca, con una expresión amable y elegante, y me tendía la mano con ternura: —Bianca, sé buena y, levántate.
—Hermano...
Me acurruqué tembloroso en el suelo, murmurando sin darme cuenta: —Te extraño tanto... ya no puedo seguir...
En el umbral de la muerte, unos guardaespaldas irrumpieron, me levantaron y me sacaron corriendo de allí.
—¡Samuel, tu corazón no está bien, no puedes entrar!
Apenas salí de las llamas, escuché la voz estridente de Natalia, suplicando con amargura: —El incendio está fuera de control, los guardaespaldas ya entraron, Bianca tal vez...
—¡Mira allí, los guardaespaldas han rescatado a alguien!
Seguro Natalia quería decir que yo tal vez había muerto calcinada en el incendio, pero alguien la interrumpió.
Casi al instante, Samuel me arrebató y me abrazó con fuerza, sin decir una palabra durante mucho tiempo.
Solo los espectadores murmuraban sorprendidos uno tras otro: —La verdad, Bianca es mucho más sincera con el señor Samuel.
—Siempre pensé que era un poco cruel que le quitara el prometido a su hermana, pero ahora voy a cambiar de opinión...
—No es que se lo quitara, ¿verdad? Natalia eligió irse del país justo cuando el señor Samuel iba a operarse del corazón, piénsenlo bien, ¿por qué sería?
Abrí perpleja los ojos temblando y tambaleándome, y choqué directo con la mirada de Samuel. Sus ojos, oscuros y profundos como un abismo, me devoraron por completo.
—Samuel, qué bueno que estés bien.
Él estaba pálido, seguro porque su corazón había sufrido una conmoción. Me acurruqué contra su pecho y me disculpé con debilidad: —No sabía que no estabas adentro... Perdón, te metí en problemas.
Pensé que en ese momento yo debía de verme desastrosa.
Y justo por eso, todo demostraba con claridad que esto no era ninguna actuación.
Mantuve la compostura propia de una persona hipócrita y, a propósito, levanté la mano para mostrarle la profunda quemadura: —Samuel, estoy herida... Me duele mucho.
"Ya que esto era una vil trampa, entonces mi actuación... debía dejarlo satisfecho, ¿no es así?"
"Tal vez de esta forma se disiparían sus dudas y por fin creería en mis sentimientos."
—¡Debía dolerte, para que aprendieras la lección!
Samuel por fin habló, con evidente hostilidad en sus palabras.
Sin embargo, la manera en que sostenía mi mano era tan suave, como si yo fuera un tesoro que podría romperse en cualquier momento.
—Samuel, en serio me duele mucho... sopla, ¿sí?
Noté su cambio y seguí probándolo.
Sin pensarlo, delante de todos, el heredero de la familia Navarro, siempre tan altivo, se agachó y, de verdad, sopló sobre mi quemadura.
En ese segundo, todos guardaron un profundo silencio y dirigieron su mirada al mismo lugar.
Era donde estaba Natalia, y por el rabillo del ojo también la vi.
Llevaba puesto un traje de novia, que en otras circunstancias habría sido hermoso, pero en ese momento... perdió todo su orgullo y esplendor, su rostro estaba tan pálido como una hoja de papel.
Evidentemente, ella había perdido frente a mí.
Ya no necesitaba fingir más, aflojé un poco los nervios tensos y me desmayé enseguida.
—Bianca...
En mi aturdimiento, escuché a Samuel llamarme, con una preocupación apenas perceptible.
También escuché a Mateo aprovechar la oportunidad para burlarse: —Señor Samuel, ahora sí te metiste en problemas.
Él estaba en problemas causados por mí, y ese siempre había sido mi objetivo desde el principio.
Para lograrlo, hice todo lo posible para agradarle a Samuel durante tres años completos.
Por fin... lo había conseguido.
Y por fin, podía comenzar mi plan.