Capítulo 9
Enrique estaba de pie frente al edificio de apartamentos de Carolina, sosteniendo una caja de terciopelo en la mano.
Al abrirla, vio el collar de diamantes que le había pedido a Antonia que ayudara a elegir. El sol brillaba intensamente ese día, iluminando el colgante y haciéndolo brillar.
Miró el colgante durante unos segundos, hasta que de repente recordó la mirada de Antonia cuando él dijo: "Sé que no te gusta, por eso te pedí que lo probases." La expresión en sus ojos pasó de la esperanza a la decepción, y finalmente a la indiferencia.
Apretó la caja con fuerza, sus nudillos ligeramente blanqueados.
—Cuando regrese, le compraré uno mejor.
Presionó el timbre.
Cuando Carolina abrió la puerta sus ojos se iluminaron y su sonrisa fue radiante como si ya lo esperara.
Llevaba un vestido claro y el cabello recogido de forma relajada, se veía suave e inofensiva.
—¿Enrique? —Parpadeó—. ¿Qué haces aquí?
Enrique guardó silencio por un momento, pero finalmente dijo: —Te dije que hoy te acompaña

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