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Capítulo 25

Elena ayudó a Laura a recoger la mesa y luego regresó a su habitación para descansar. Tumbada en la cama, no dejaba de darle vueltas al asunto. La razón le decía que ir a pedirle ayuda a Sergio en ese momento era perder su posición, que lo más probable era que la rechazara. Sin embargo fuera de esa opción, la más directa y descabellada, no se le ocurría ninguna otra manera de resolver el problema. Se revolvía en la cama, angustiada. Toc, toc... Laura llamó en voz baja a su puerta antes de abrirla y asomarse para hablarle desde la entrada: —Hoy tengo que reunirme con unos clientes, volveré tarde. Si te da hambre, pide algo de comer por tu cuenta, ¿sí? —Está bien. —Estuve pensando seriamente en lo que me dijiste. Si es algo importante para ti, no importa si esa persona es cercana o no, si va a ayudarte o no. Puedes intentarlo. En el peor de los casos, te dirá que no, y no habrás perdido nada, ¿cierto? —Sí, sí... Elena se incorporó con entusiasmo y contestó. Gracias a las palabras de Laura, la esperanza volvió a encenderse en su corazón. Laura sonrió y dijo: —Inténtalo, quién sabe si funciona. Si no lo haces, podrías arrepentirte toda la vida. —¡De acuerdo lo haré! —Entonces, me voy. —Sí, sí. ¡Hasta luego, Laura! Sentada en la cama, Elena le agitó la mano para despedirse. A diferencia de su actitud apagada durante la cena, ahora su ánimo había cambiado de forma radical, como si de pronto volviera a ver una luz. Laura salió de la habitación con una linda sonrisa. Pensaba que, lograra o no su objetivo, al menos Elena necesitaba un poco de esperanza. Si al final esto no funcionaba, ya buscaría ella otra manera de ayudarla. Aunque, sinceramente... ¿Cómo se contactaba con un doctor como Javier? Rico, famoso, reservado, con aire de superioridad y que ni siquiera frecuentaba bares. Laura no dejaba de darle mil vueltas al asunto. — Elena seguía sentada en la cama. Sacó su celular, respiró hondo varias veces, y se obligó a sí misma a reunir el suficiente valor. Miró la ventana de conversación durante un buen rato, sin encontrar una manera adecuada de empezar. Incluso buscó en internet cómo iniciar una charla con alguien con quien nunca se ha hablado, sin parecer descortés claro está. Al final, escribió una frase en el chat. [¿Has estado muy ocupado últimamente?] Apenas la envió, soltó el celular como si quemara, incapaz siquiera de mirar la pantalla. Esperaba que Sergio respondiera al instante... Pero al mismo tiempo le daba miedo leer su respuesta. Se tapó con la manta para calmarse un rato. Pasado un buen tiempo, reunió coraje necesario y tomó el celular cautelosa para ver si había algún mensaje nuevo. No sabía bien cómo se sentía en esos momentos. Deseaba que Sergio respondiera, pero también era consciente de que alguien tan ocupado como él probablemente no tendría tiempo para responderle algo tan insignificante como eso. Desbloqueó el celular. Había un mensaje nuevo. Abrió a toda prisa la aplicación, y el avatar de Sergio apareció en primer lugar. Sergio: [Muy ocupado.] Elena se quedó casito que muda. No podía comprender cómo un simple mensaje de Sergio podía hacerla sentir como si hubiera subido a una montaña rusa emocional. Sergio había dicho de forma tajante que estaba ocupado. Seguro esa era su forma de rechazarla. Tiró el celular a un lado y se dejó caer de nuevo en la cama, pensando seriamente en cómo plantearle lo que quería decir. No sabía si era porque el tema era demasiado complejo o porque quizás se había levantado muy temprano y llevaba mucho tiempo agotada... Pero sin darse cuenta, se quedó dormida. Cuando volvió a despertar ya pasaban de las seis de la tarde. El estómago le rugía de hambre. Dio una vuelta por la casa, pero no vio señales de Laura. Como no había nadie que la alimentara y ella no sabía cocinar, sacó enseguida el celular para pedir comida a domicilio. Pero al desbloquearlo... Elena se quedó estupefacta. ¡¿Qué era eso?! Tenía un montón de mensajes nuevos. Y todos eran del mismo contacto. ¿Sergio? No podía creer lo que estaba viendo. Después de haberle contestado con ese seco "Muy ocupado", aproximadamente una hora más tarde, Sergio había escrito una cantidad de cosas: [A veces también tengo momentos libres.] Media hora después. Sergio: [¿Querías decirme algo?] Diez minutos más tarde. Sergio: [¿Dónde estás?] Y veinte minutos después...

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