Capítulo 97
Elena no tenía escapatoria. Encerrada por Sergio en aquel reducido espacio, solo pudo girar la cabeza hacia un lado.
—No sé de qué estás hablando.
La otra mano de Sergio le sujetó la barbilla, obligándola a mirarlo. Acto seguido, bajó la cabeza y la besó.
El calor de su contacto fue envolviéndola poco a poco, arrastrándola hacia el abismo. De repente, la mano que la sujetaba por la barbilla se deslizó hasta su cintura y, antes de que pudiera reaccionar, sintió que sus pies perdían el apoyo. Sergio la había levantado con un solo brazo.
—¡Ah!
Elena, por instinto y en busca de seguridad, rodeó el cuello de Sergio con sus brazos.
Al segundo siguiente, ya estaba siendo arrojada a la cama.
El colchón era tan suave que su caída no le provocó ningún dolor.
Trató de incorporarse, pero Sergio la empujó nuevamente hacia abajo, sujetando fácilmente sus muñecas y levantándolas por encima de su cabeza.
Desde el principio, Elena no tuvo oportunidad alguna de resistirse.
—¿Qué piensas hacer?
—¿Tú qué

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