Capítulo 26
Al oír esto, Lourdes se puso aún más nerviosa.
Instintivamente quiso jalar a Clara, pero se dio cuenta de que ya no había nadie a su lado.
—Señor Ignacio, ellos vinieron porque yo los llamé. Es toda mi responsabilidad. Si va a castigar a alguien, que sea a mí. ¡Puedo encargarme de la limpieza o cualquier otra cosa!
—¿Limpieza?
Él suspiró, con frustración. —¿En qué piensas todo el día? Solo vine porque cometiste una falta y, dentro de unos días, te reasignaré.
—¿De verdad? —Ella se puso muy contenta y toda su tensión desapareció.
—Con esa actitud, parece que aún no te has dado cuenta de tu error.
Ignacio entrecerró los ojos y borró la sonrisa de su cara.
Al ver su mirada extraña, Lourdes arrancó el papel que llevaba pegado en la cara.
—Sé que estuve mal, pero este lugar es demasiado tranquilo. Quiero hacer un trabajo que represente un verdadero reto. Si me trasladan de nuevo, ¡juro que no volveré a cometer otro error!
Mientras hablaba, levantó la mano derecha en señal de juramento.
Él n

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