Capítulo 47
A Lourdes se le llenaron los ojos de lágrimas y no pudo evitar reír.
Empujó a Valeria con disgusto y dijo: —Quién necesita tu hombro, ¿eh?
—Por fin, muestras algo de emoción.
Ella asintió satisfecha. —Bueno, mi misión está cumplida, me voy.
—¿A dónde vas?
Al verla marcharse, Lourdes se levantó apresurada, algo nerviosa.
—Ya es tan tarde, ¿por qué no te quedas aquí esta noche?
—No voy a casa —respondió, resignada al girarse—: Tengo que trabajar horas extra. Hoy no fui a la oficina. Me espera una noche entera de trabajo.
Recogió sus cosas y luego le dio unas palmadas en el hombro a Lourdes, como gesto de consuelo.
—Me voy. Si necesitas algo, llámame.
Ella no pudo evitar acercarse y la abrazó.
—Gracias. Sé que lo que hiciste hoy fue por mi bien y aun así te culpé. De verdad, lo siento...
Mientras hablaba, las lágrimas empezaron a caer sin control.
—Hoy corriste de un lado a otro ayudándome a buscar a mi hija y, ni siquiera, te había dado las gracias. De verdad, gracias. Menos mal que te t

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