Capítulo 62
—Voy a traerte un poco de agua.
Ignacio, al verla así, se dio la vuelta de inmediato para servirle agua y se la ofreció.
Lourdes tomó las pastillas, y pasó un buen rato antes de que comenzara a sentirse mejor.
—Muchas gracias, señor Ignacio.
—No seas tan formal.
Ignacio bromeó y la miró con una expresión cargada de expectativa: —Aunque soy tu jefe, en lo personal ya puedo considerarme tu amigo, ¿no?
—Claro que sí.
Lourdes se quedó un poco desconcertada por su mirada tan esperanzada, y asintió por reflejo.
—Entonces, en lo privado ya no uses formalidades conmigo. Si no, siento que soy como un anciano, y hay una barrera entre nosotros.
—Nunca me imaginé que el señor Ignacio tuviera este lado.
Lourdes se rió, algo aliviada por el tono relajado, y su estado de ánimo también mejoró un poco.
—Entonces, ya que logré sacarte una sonrisa, ¿todavía vale lo que dijiste hace un rato?
Ignacio la miró con intensidad, esperando una respuesta.
La sonrisa de Lourdes se congeló un poco.
En realidad, hac

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