Capítulo 18
Los padres de Lorena se negaron a pagar y estaban a punto de marcharse, cuando los guardaespaldas los sujetaron a la fuerza.
No los soltaron hasta que liquidaron todas las cuentas.
Mientras tanto, al otro lado del océano, Lorena, sin dinero, sin educación, sin experiencia, apenas podía sobrevivir. De trabajo en trabajo, malvivía solo para poder comer cada día.
Al ver el destino de Lorena, Jairo ya no se inmutó.
No importaba. Después de pagar todas sus culpas, Lorena y él no volverían a tener relación alguna.
Él solo quería encontrar a María.
Al ver que Jairo la buscaba sin descanso y faltaba a sus compromisos, Beatriz perdió la paciencia y le envió una muchacha como secretaria personal.
La joven entró a la oficina con paso elegante, los tacones resonando, la falda y blusa ajustadas marcando su figura.
Llevaba una taza de café en las manos, la colocó con delicadeza sobre el escritorio y, con voz suave, dijo:
—Presidente Jairo, soy su nueva secretaria. Me llamo María.
Al escuchar ese nom

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