Capítulo 1208
Parece que muchas personas en la cena de ayer conocían a Ana.
Ella también se enteró por boca de otros que su nombre era Ana.
Esa intensa sensación de inquietud de ayer, ahora resurgió en su corazón.
Ella volteó la cabeza para mirar a Gonzalo.
Al ver que él estaba observando a Ana, un escalofrío recorrió su espina dorsal, y de inmediato se aferró a su brazo. —Gonzalo, ¿no te parece demasiado coincidencia, como si estuviera destinado? Ayer apenas la conocimos y hoy simplemente paseando volvimos a encontrarnos.
Ciudad A era una ciudad grande, no era un pueblo pequeño.
A veces ni siquiera en un mismo barrio era posible encontrarse, y ahora esto, era aún más sorprendente.
Ana asintió hacia ambos, primero cruzando miradas con Gonzalo, y luego, al escuchar a Verónica, su sonrisa se tensó un poco y respondió con un tono suave: —En efecto.
Gonzalo miraba fijamente a Ana, una voz interna no paraba de decirle que, cuando ella lo enfrentaba, no debía ser tan indiferente.
Este pe

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