Capítulo 1569
Alejandro bajó directo a abrir la puerta.
El asistente Eduardo había organizado que el personal del restaurante entregara la comida.
Había una mezcla de exquisitos platos de carne y vegetales, ocho platos en total y una sopa.
Todos eran del gusto habitual de ambos.
Ana estaba tan agotada que no tenía fuerzas para nada.
Alejandro, con una amplia sonrisa en su rostro, bajó a Ana de la cama en brazos.
—Come un poco más.
Aunque Ana tenía hambre, estaba demasiado débil para comer: —Prefiero mirarte comer.
Alejandro probó unos cuantos bocados y la miró: —No está tan bueno como lo haces tú.
No era un cumplido para Ana, era la verdad.
Los platos hechos por otras personas a veces ni siquiera podía terminar un plato, pero los preparados por las maravillosas manos de Ana, que coincidían con su paladar, podía con rapidez acabar dos platos.
Ana lo miró con desaprobación: —Si no hubieras sido tan intenso antes, exigiendo hacerlo tantas veces, yo ya habría preparado los ingredientes en la cocina. Sol

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