Capítulo 1589
—No hace falta ir. Ya antes he tenido dolores de cabeza, pero nunca al grado de tener que ir al hospital. Con tenerte a mi lado pronto se me pasa el dolor. —dijo Alejandro, mirando profundamente a Ana.
Era algo extraño; aunque la veía todos los días, por alguna razón siempre sentía que no la había mirado lo suficiente.
Ana conocía muy bien a Alejandro y sabía lo mucho que le desagradaba ir al hospital. Se quedó preocupada y propuso: —Entonces, que Cipriano venga a casa y te revise.
Si se trataba de algo relacionado con espíritus malignos, ella misma podría encargarse de eso; pero si era una enfermedad física, definitivamente debía intervenir un médico.
Las cosas profesionales siempre debían quedar en manos de profesionales.
—Está bien. —aceptó Alejandro, aunque de muy mala gana.
El problema era que Cipriano aprovechaba cualquier oportunidad para recetarle todo tipo de medicamentos, algo que a Alejandro le resultaba bastante molesto a él.
—
La noche estaba silenciosa y profunda.
Javier

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