Capítulo 88
Después de almorzar, Silvio se preparó para regresar a la oficina.
Como secretario de la jefa, era posible que alguien lo necesitara en cualquier momento, así que prefirió regresar temprano al trabajo.
—Amor, ya me voy a la oficina. Desde que te levantaste esta mañana no has descansado bien. ¿Por qué no te echas una siesta?
Después de cambiarse de ropa, Silvio rodeó a Esther con los brazos.
Tan suave, tan fragante... No quería soltarla.
—Está bien, amor. En cuanto te vayas, me recuesto un rato. La verdad, sí me siento algo agotado.
Mientras hablaba, Esther se cubrió la boca para disimular un bostezo.
Después de todo, aún se estaba recuperando y necesitaba más descanso.
—Bueno, entonces descansa. Yo regresaré temprano. ¡Muac!
Silvio echó un vistazo rápido a su alrededor. Al ver que Sofía no estaba cerca, se inclinó y le dio un beso en la mejilla a Esther.
—Anda, ve a trabajar, mi amorcito...
Esther se rio con timidez, le dio un golpecito suave en el pecho y le hizo un gesto de despedida

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