Capítulo 93
El pijama estaba en el armario, colgado junto con el de ella.
Mientras lo decía, Esther se dio la vuelta con una sonrisa tímida y abrió el armario para sacarle el nuevo pijama.
—Cariño...
—Mmm, ayúdame a ponérmelo.
—Está bien.
Esther asintió con una risita suave y tímida.
Frente a Silvio...
¿Por qué siempre sentía una especie de inquietud en el corazón?
Siempre guardaba ganas de abrazarlo... O de dejarse abrazar por él.
...
A la mañana siguiente.
Después de desayunar, Silvio miró la hora: aún no eran las ocho.
—Cariño, tengo que ir un momento a Jardines de la Sierra a llevarle esos contratos a la jefa.
—Mmm...
—Cariño, ¿y si los llevo por ti? Total, no tengo nada que hacer.
Esther miró a Silvio y, de pronto, se le ocurrió una idea.
Después de todo, esos contratos terminarían regresando a sus manos. ¿Para qué hacer que su amigo diera otra vuelta?
—Mejor no, cariño. Aún necesitas recuperarte bien, no quiero que te canses... No te preocupes, amor, iré a que los firme y luego los llevo a l

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