Capítulo 98
—Mi papá solía decirme que las personas nacen siendo distintas, y que no hay necesidad de compararse con los demás.
Trabajar bien, vivir con tranquilidad, que la familia esté unida sin enojos ni discusiones... Eso ya es el mayor tesoro que puede tener alguien.
Quien tiene dinero, vive como alguien con dinero; quien no lo tiene, vive como puede.
El que tiene dinero, carga con las preocupaciones del dinero; el que no lo tiene, también encuentra alegrías en su sencillez.
Al escuchar las palabras de Esther, Silvio no pudo evitar sonreír para sus adentros.
Lo que Esther decía, claramente, era una forma de tantearlo, de ver cuál era su verdadera actitud ante el dinero.
A Silvio le gustaba la solvencia, sí, pero siempre lo obtenía por medios legítimos. Tenía principios, sin duda.
Y si el destino los había unido, entonces no le importaba si ella era rica o no.
Mientras ella no lo abandonara, él estaría dispuesto a acompañarla hasta el final, en la vida y en la muerte.
—...
Esther se quedó leve

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