Capítulo 16
Los tres días que quedaban para la subasta pasaron en un abrir y cerrar de ojos.
Alexandra había subestimado la cantidad de tiempo que tenía antes de que llegara la noche del evento, y estaba hecho un caos. Ella y Theodore ya se habían hecho tarde para cuando terminó de arreglarse el cabello, ponerse el vestido y maquillarse.
Ambos ya habían dejado en el pasado aquel disputa que habían tenido por teléfono hace unos días, así que él no tuvo reparos en silbar al ver lo deslumbrante que estaba tan pronto como la vio bajar las escaleras.
“Te ves bellísima, gatita”, le dijo Theodore mientras se levantaba del sofá para reunirse con ella a mitad de las escaleras.
Él se había vestido acorde a su característico estilo de playboy con un suéter negro con cuello de tortuga y un traje que realzaba perfectamente su figura de modelo.
“Tú también te ves muy bien”, replicó Alexandra con una hermosa sonrisa y tomó su mano, entrelazando sus dedos con los de él para bajar las escaleras.
“Pues claro, no podía permitir que la Sra. Grey se vea mejor que yo durante el evento de hoy”, bromeó el rubio, provocando una carcajada de su mejor amiga.
Alexandra pudo sentir el frío viento en su espalda cuando salieron de la mansión Grey para dirigirse a la limusina dorada que se encontraba afuera, en donde el conductor los esperaba con la puerta abierta.
Ella comenzó a sentirse mareada justo en el momento en que el vehículo se puso en marcha hacia el lugar del evento, pues la idea de aparecer frente a tantas personas la ponía nerviosa y no pudo evitar jugar con su cabello que había sido recientemente arreglado. Ella probablemente lo hubiera arruinado de no ser por Theodore, quien tomó sus manos en cuanto se dio cuenta del estado en el que estaba.
“Tranquila, todo va a estar bien”, le susurró mientras masajeaba sus fríos dedos para devolverles el calor.
Alexandra se alegró muchísimo por su gentil acción y estaba muy agradecida por tenerlo en su vida, pues sin él, ella no sabía qué le hubiera ocurrido hace muchos años.
Con su determinación renovada, ahora ella estaba preparada para enfrentarse al mundo bajo su nueva y poderosa luz.
Después de todo, nadie podía meterse con Alexandra Grey, y ella misma se aseguraría de que todos lo supieran.
.....
Para cuando Lucien y Octavia llegaron al evento, la subasta ya había comenzado, pero de todas formas caminaron por la alfombra roja con la cabeza en alto.
Ella se estaba regocijando con todos y cada uno de los halagos que recibía por su vestido y maquillaje, pero disfrutaba mucho más siendo el centro de atención al estar cerca de Lucien con una sonrisa perfecta en todo momento.
Por otro lado, él emitía un aura de superioridad mientras vestía un suéter color ceniza con cuello de tortuga combinado con un abrigo largo y unos pantalones de oficina, ambos de color negro.
“Sr. Albrecht... Bienvenido, es todo un placer tenerlo aquí con nosotros”, lo saludó el Sr. Benli, el anfitrión principal del evento, y le dio un rápido apretón de manos. “Me complace ver que al final aceptó venir a mi pequeño evento. Me gustaría que...”, él intentó agregar algo más, pero fue interrumpido por el ruido de los fotógrafos, el cual atrajo la atención de todos los presentes.
Parecía que todo ese revuelo era causado por la llegada de una limusina dorada. Se podía sentir todo el suspenso en el aire cuando el conductor salió del vehículo para abrir la puerta de los pasajeros. Para sorpresa de todos, Theodore fue el primero en salir.
“¿El Sr. Langer se tomó la molestia de venir a una subasta?”.
“Eso es imposible, ¿en verdad el joven maestro Langer está aquí?”.
Se podían escuchar ese tipo de comentarios mientras Theodore extendía su mano y esperaba para compartir el centro de atención con su acompañante.
Todos sabían que él nunca asistía a ninguna clase de evento social, pero además de haber decidido venir a este, incluso lo había hecho junto con alguien, lo cual dejó a la multitud completamente asombrada.
Dentro de la limusina, Alexandra respiró profundamente para relajarse un poco antes de tomar la mano de Theodore y salir del vehículo, dejando a todos atónitos por unos segundos.
Todos los presentes se quedaron en silencio, intentando descifrar quién era aquella misteriosa mujer rubia. Pero al final fue el botones quien anunció frente a todos quién era ella realmente antes de que alguien pudiera dar con la respuesta: “Damas y caballeros, por favor démosle una cordial bienvenida al Sr. Theodore Langer, presidente del Grupo Langer, y a la Sra. Alexandra Grey, presidenta del Grey Enterprise”.
Ellos dos mantuvieron su compostura y caminaron por la alfombra roja con un aire que reflejaba toda su perfección y elegancia.
“¿Acaso dijo que ella era la presidenta del la Empresa Gris? Entonces los rumores sí eran ciertos...”.
“La Sra. Grey es verdaderamente hermosa...”, decían las personas entre la multitud.
A medida que la pareja la pareja se acercaba, los ojos de Lucien se posaron sobre aquella mujer rubia. Ella nunca se había visto tan bien como ahora que llevaba el cabello las puntas de su cabello rizadas y esa radiante sonrisa que brillaba con la iluminación del lugar.
Octavia se percató de esto y sus ojos se abrieron de par en par, pues no podía creer que esa mujer la hubiera vuelto a superar una vez más.
Además de eso, también notó que Alexandra llevaba puesto un vestido muy similar al de ella, solo que mucho más bonito, lo cual la dejó boquiabierta.
Esto provocó que su corazón se acelerara y rogó que nadie se diera cuenta de este vergonzoso detalle.
Pero para su mala suerte, las personas a su alrededor comenzaron a notar todas esas similitudes entre sus vestidos conforme el par de mejores amigos se acercaba, lo que la avergonzó hasta el punto de dejarla completamente roja.
Entonces, ella intentó llamar la atención de Lucien discretamente para que la ayudara, pero se quedó sorprendida cuando vio que él estaba muy ocupado mirando fijamente a la pareja de rubios con una expresión muy oscura.
Sintiéndose abandonada y con un fuerte dolor en el corazón, Octavia solo pudo guardar silencio mientras recibía las burlas de la gente y sin poder hacer nada al respecto.
Su reputación había sido mancillada una vez más por culpa de esa...
Octavia no tuvo mucho tiempo para reflexionar sobre lo que estaba pasando, ya que su mirada se cruzó con la de la rubia, quien sonrió alegremente tras ver lo mal que la estaba pasando.
Con esa simple acción, Alexandra había logrado darle donde más le dolía.
“Sra. Grey, no sabe lo mucho que me complace con su presencia”, dijo el Sr. Benli mientras se acercaba para darle un apretón de manos. Él estaba desbordando de alegría con el éxito de su subasta, puesto que las tres familias más importantes habían decidido venir, y era obvio que para mañana el nombre de su galería estaría en las portadas de muchas revistas.
Alexandra aceptó darle la mano y sintió que las personas a su alrededor estaban observándola.
Esta noche, ella se sentía como su fuera tanto el centro de atención, como el personaje principal de la historia.
“Me siento muy agradecida de que me haya invitado, Sr. Benli”, respondió ella, demostrando que era una persona con buenos modales y elegancia, lo cual dejó a la multitud mucho más impresionada que antes.
Cuando el anciano se dirigió a Theodore para darle la bienvenida, Alexandra se puso a ver el enorme salón, pero coincidentemente terminó cruzando miradas con Lucien.
El tiempo parecía haberse congelado mientras ambos se miraban fríamente entre sí, y ninguno de los dos quería ser el primero en dejar de mirar al otro. Después de ese momentáneo concurso de miradas, ella se aferró al brazo de Theodore, lo que provocó que él la tomara de la cintura como si la estuviera protegiendo mientras seguía conversando.
Tras presenciar lo que no era más que una insignificante acción, Lucien no pudo evitar mirarlos con los ojos entrecerrados.
“Es todo un honor que usted esté aquí con nosotros, Sra. Grey. Ahora me tengo que retirar, pero pásenla bien durante el evento de esta noche”, concluyó el Sr. Benli antes de irse.
“Eso salió mejor de lo que esperaba”, susurró Theodore mientras le entregaba una copa de vino a Alexandra.
“Sí, todo ha ido muy bien hasta ahora”, replicó ella y bebió un poco del vino que acababa de recibir, sintiendo su frescura a través de toda su garganta.
Ella estaba mirando a las personas que habían venido a la subasta para identificar quiénes eran los peces gordos cuando de repente vio que Lucien y Octavia se acercaban a ellos, lo que la hizo pensar que el universo estaba en su contra.
«Esto me pasa por cantar victoria tan temprano», pensó ella y puso los ojos en blanco.
“¡Ariadne, pero qué agradable sorpresa verte aquí!”, dijo Octavia pretendiendo estar contenta para que no se notara todo el odio que realmente sentía por ella.
“Lo mismo digo, Sra. Barret. No puedo creer que haya venido con un vestido idéntico al mío... solo que mucho más barato”, replicó Alexandra con una sonrisa forzada en su rostro, aunque en realidad solo tenía ganas de vomitar sobre ella.
Las personas que la escucharon hicieron todo lo posible por no reírse, pero aun así se quedaron cerca para saber cómo terminaría aquella confrontación.
Por dentro, Alexandra estaba muy contenta con este resultado, pues era exactamente lo que ella quería.
“Ja, ja, tienes toda la razón. Parece que tú y yo tenemos gustos muy similares, excepto cuando se trata de cosas baratas”, se defendió Octavia tan pronto como comenzó a ruborizarse de la vergüenza. Inmediatamente después de decir eso, ella se aferró al brazo de su acompañante, lo cual provocó que Alexandra pusiera una expresión fría y prácticamente sin vida mientras miraba a Lucien.
Después de todo, él nunca tuvo la decencia de llevarla a eventos como este. Es más, casi parecía como si la hubiera estado ocultando, ya que nadie sabía que ella era su pareja o que estaban relacionados de alguna forma.
Pero aun así, él tenía el descaro de hacer alarde de una mujer que no le llegaba ni a los talones a Alexandra.
Ella se carcajeó tras pensar en ello, lo que oscureció la mirada de Lucien mucho más, pero aun así intentó mantener la calma.
“Sr. Albrecht, es todo un placer conocerlo”, dijo Theodore y extendió su mano, pero Lucien lo rechazó, obligando al rubio a reírse incómodamente y añadir: “Me han contado bastante acerca de su trabajo en el campo de los negocios. Debo admitir que es algo digno de admiración”.
“Así es, para llegar lejos en esta industria se necesita mucho más que solo inteligencia, talento y un rostro bonito”, replicó él.
Theodore solo se rio del intento de burla de Lucien, pero Alexandra sí se sintió ofendida. Era como si en realidad él estuviera provocándola a ella.
“¿No es cierto, Sra. Grey?”, agregó Lucien cuando notó la reacción de Alexandra ante su comentario anterior.
«Bast*rdo», pensó ella tan pronto como miró a su exesposo.
“Así es, excepto que te has olvidado de una cosa muy importante”, dijo ella y levantó el dedo índice para señalar a su pecho antes de continuar: “En el mundo de los negocios, también es necesario tener corazón, algo que probablemente no tienes”.
“No hables así de Lucien, Ariadne”, reclamó Octavia y Alexandra no pudo evitar poner los ojos en blanco tan solo por escuchar su voz.
¿A qué hora se iba a dar cuenta de que nadie quería oír lo que tenía que decir?
Theodore miró a la pareja que tenía en su delante y se sintió indignado de que Octavia se atreviera a hablar con su mejor amiga.
Él estaba tan molesto que fijó su mirada en ella y respondió en nombre de Alexandra: “Descuida, Alexa simplemente estaba señalando un punto muy importante en ese ámbito. Aunque claro, no espero que seas capaz de notar la diferencia, ya que tú no sabes nada sobre el mundo de los negocios. Sr. Albrecht, permítame decirle que sus gustos por las mujeres han cambiado muchísimo, y no para bien”.
El rostro de Octavia se enrojeció de la vergüenza y apretó el brazo de Lucien antes de mirarlo, pidiéndole ayuda desesperadamente pero sin decir ni una sola palabra.
Por otro lado, él decidió no ayudarla, ya que no solía hacer ese tipo de cosas, ni siquiera en aquel tiempo en el que estuvo casado con Alexandra.
“Sr. Langer, veo que a usted le gusta mucho hablar”, dijo Lucien.
“¿Por qué? ¿Acaso lo ofendí? No sería el verdadero hijo de Oscar Langer si no dijera la verdad”, replicó Theodore.
Lucien no respondió a esa provocadora pregunta y en cambio decidió dirigirse a Alexandra, lo que no le agradó ni un poco a Theodore, pero de todas formas se esforzó por seguir sonriendo.
“La persona que trajo con usted es verdaderamente interesante, Sra. Grey. Me parece increíble que de todos los hombres en el mundo... lo haya escogido a él”, comentó Lucien con la intención de molestarlos a ambos y se rio, mostrando sus hoyuelos y su perfecta dentadura. En realidad, no había nada malo con Theodore, ya que cualquiera podría notar que él tenía la pinta de un actor de telenovela.
Aun así, él había logrado que la sonrisa de Alexandra se tensara.
¿Por qué hablaba de su mejor amigo como si fuera un cualquiera? ¿Y a él qué le importaba si ella había escogido estar o no con Theodore?
Después de todo, ella era una mujer soltera, joven, hermosa y poderosa. Fácilmente podría conseguir al hombre que ella quisiera si así lo deseara.
Ella pasó la lengua por sus labios y, para su mala suerte, la única sonrisa que pudo hacer fue una que se veía demasiado forzada.
“Yo podría decirte exactamente lo mismo, pero prefiero no hablar sobre las personas que escogemos como nuestras parejas. Especialmente porque tú y yo no somos nada más que simples compañeros de negocios”.
Lucien miró fríamente a Alexandra mientras que sus palabras hacían eco en su cabeza. Sus ojos azules ahora parecían estar hechos de hielo y habían perdido todo rastro de vida que tenían hace tan solo unos momentos.
«Lo logré», pensó ella, pues pudo notar que todo lo que le había dicho hasta el momento finalmente lo había llegado a molestar, a pesar de que por fuera él siguiera mostrando su típico rostro inexpresivo.
“¿Acaso no opina lo mismo que yo, Sr. Albrecht? Bueno, francamente no me importa, pero por favor absténgase de meter sus narices en mi vida privada”.
Tras ver que habían más personas que antes observándolos, Octavia, quien hasta el momento había decidido no decir nada a causa de la vergüenza, se burló: “Lucien no tiene el tiempo suficiente como para desperdiciarlo con personas como tú. Él está muy ocupado haciéndose cargo de una compañía muy exitosa y también a mí”.
“Lo sé, es una pena”, respondió Alexandra, ignorando por completo el intento de burla de Octavia.
¿Eso era lo mejor que ella podía hacer para burlarse? A la rubia realmente le daba igual lo que pasara en su relación de m*erda.
Lucien parecía haberse quedado sin palabras, aunque eso no era algo necesariamente impactante, puesto que él siempre fue un hombre que prefería actuar en lugar de hablar.
De repente, una voz anunció por el megáfono: “Damas y caballeros, la segunda subasta de esta noche comenzará en breve. Por favor, diríjanse a sus asientos y prepárense para hacer sus ofertas”.
Entonces, todas las personas comenzaron a correr hacia sus asientos, incluyendo Alexandra, quien estaba decidida a ofrecer todo el dinero que fuera necesario para adquirir todas y cada una de las obras de sus artistas favoritos.
Pero tan pronto como ella se dio la vuelta para irse, ella pudo escuchar la voz de Lucien llamando su nombre.
“Presidenta Grey...”, dijo él, y cuando la rubia volteó su cabeza para mirarlo, inmediatamente se disgustó al ver que él estaba sonriendo antes de añadir: “Espero que disfrute de la subasta”.
Tras decir eso, él se dirigió a su asiento junto con Octavia.
Lucien no tenía la intención de permitir que Alexandra disfrute la subasta de esta noche. Él iba a demostrarle que sin importar quién era, cuánto poder tenía o con qué clase de hombre estaba, él siempre sería superior.