Capítulo 28
¡Pum! ¡Pum!
Lucien podía oír sus propios latidos.
Era una sensación bastante extraña para un hombre que no había abrazado a su esposa durante sus cinco años de matrimonio. Sin embargo, en ese momento se encontraban allí, apretujados el uno contra el otro como si fuesen un sándwich.
Los suaves pechos de Alexandra, junto con su frágil figura, provocaron un frenesí en la mente del hombre. Una corriente de emociones inestables, que jamás había sentido, recorrió todo su cuerpo.
Parpadeando, el pelirrojo le preguntó con preocupación: "¿Estás bien?".
Alexandra, que todavía estaba paralizada sobre él, parpadeó varias veces.
Durante todo el tiempo que había conocido a Lucien, nunca había estado tan cerca de él. Para un matrimonio, ese grado de intimidad habría sido obvio, pero para ella, ahora divorciada, ese acercamiento hacía que su corazón retumbara contra sus costillas.
A lo largo de su matrimonio, siempre se había preguntado cómo sería estar en los brazos de su amado.
Cuidada. Emocionada.

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