Capítulo 39

La silenciosa resignación de Octavia había sorprendido a Lucien. El hombre había esperado que la mujer se enfadara, armara un escándalo o se comportara como una niña pequeña sin su dulce preferido; pero nada de eso había sucedido. Aunque, a decir verdad, le daba lo mismo. Lucien se dirigió hasta donde había estado sentado momentos atrás para recoger su copa de vino y luego se fue a su habitación. A mitad del camino, se detuvo a ver su reflejo en el espejo que colgaba de la pared. El hombre se quedó mirando su imagen, parpadeando un par de veces mientras su mente parecía estar en un estado de confusión.  Octavia había salido de su vida para siempre, lo que significa que podía enfocarse más en su trabajo. Pero, por alguna razón, no podía hacerlo. El tiempo que solía invertir en sus labores había disminuido debido a que, con frecuencia, se veía abrumado por cierto tipo de pensamientos. En ocasiones, la situación se salía de control, al punto de que el hombre se veía obligado a dormir o be