Capítulo 16
Héctor tomó el teléfono con las manos temblorosas, apenas capaz de sostenerlo. Con lo poco de conciencia que le quedaba, marcó aquel número que conocía de memoria.
El tono del llamado internacional se hizo largo, agudo, insoportable.
En el país, era de madrugada.
Andrés acababa de terminar de revisar un informe urgente. Se frotó el entrecejo y se disponía a descansar. Cuando el celular sonó de pronto. Al ver el número extranjero de Héctor, frunció el ceño. Una molestia inexplicable le recorrió el pecho.
¿Tan tarde?
Deslizó para contestar, pero antes de poder decir una palabra, escuchó la voz quebrada de su hermano al otro lado de la línea: un grito ronco, entre sollozos y desesperación.
—¡Hermano!
Andrés se tensó: —¿Qué pasa? ¿Estás borracho?
—¡Todo se acabó! ¡Todo! —La voz de Héctor era raspada, rota. —¡Ella me odia! Dice que le doy asco... Se oyó un ruido ahogado, como si vomitara.
El ceño de Andrés se frunció más, una inquietud se abrió paso dentro de él: —¿De qué estás hablando? ¿Q

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