Capítulo 23
Andrés y Héctor permanecieron arrodillados ante la puerta cerrada, la que jamás volvería a abrirse para ellos. Parecían vacíos, como si les hubieran arrancado el alma.
Después de aquella noche, fue como si les hubieran quitado la columna vertebral. Ambos se derrumbaron por completo.
Andrés regresó a Grupo Gómez.
Se volvió aún más callado que antes, frío hasta el punto de parecer inhumano.
Andrés trabajaba sin descanso, casi vivía en la empresa, llenando cada minuto con reuniones y decisiones para anestesiar un corazón muerto.
Se convirtió en una máquina perfecta de trabajo: implacable, decidido, expandiendo el imperio del Grupo Gómez y acumulando más poder que nunca.
Pero a su alrededor ya no quedaba nadie. Rechazaba toda propuesta de matrimonio o presentación, y trataba a cualquier mujer que se acercara con una frialdad cortante.
Su mundo se redujo a números, documentos y un sinfín de batallas empresariales.
En su vida emocional, solo quedaba un desierto estéril. Nunca volvió a casars

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