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Nunca Más, Mi AmorNunca Más, Mi Amor
autor: Webfic

Capítulo 3

Andrés no miró a Diana ni una sola vez. Se dirigió directamente al profesor: —La tesis de Lorena la vi escribirla con mis propios ojos, noche tras noche. Es imposible que haya copiado. En cuanto a la similitud... Hizo una pausa y entonces miró a Diana: —Creo que habría que preguntarle a ella. El profesor, que sabía de la relación entre ambos, al verlo defender a Lorena en lugar de a su novia, y recordando además su posición familiar, inclinó de inmediato la balanza. Su rostro se endureció, la voz retumbó en la oficina: —¡No hay nada más que hablar! Hay testigos y pruebas. Me decepcionas profundamente, Diana. Ella lo miró, incrédula. En otro tiempo quizá habría intentado entender por qué él hacía eso. Pero ahora, después de conocer toda la verdad, ya no había nada que entender. Por Lorena, él había sido capaz de fingir una relación con ella, de difundir sus fotos privadas, y ahora también de culparla de plagio. ¿Qué podía sorprenderla ya? El dolor le partía el pecho, pero sabía que cualquier palabra sería inútil frente a la acusación de Andrés. El profesor pidió a Andrés y a Lorena que se retiraran, luego reprendió a Diana y declaró su tesis inválida, ordenando que la falta se registrara en su expediente. Diana salió de la oficina con la mirada perdida. Apenas cruzó la puerta, vio a Andrés apoyado contra la pared del pasillo, esperándola. Se detuvo. Lo miró, a ese hombre al que había amado dos años, que la había engañado, usado y humillado, y dijo con la voz temblorosa y seca: —¿No crees que me debes una explicación? Andrés alzó la mirada, con el mismo aire distante de siempre. —Ayer Lorena borró su tesis por accidente, justo antes de la fecha límite. Me pidió ver la tuya como referencia. ¿Referencia? ¿Una referencia con los mismos errores? Diana sintió que el aire se le escapaba de los pulmones. Con ese tono suave y cruel que antes la había confundido, dijo: —Tu recomendación para el posgrado fue anulada. Lorena sigue en competencia. Esta tesis es importante para ella. Tú ya estás fuera, así que da lo mismo. No tiene importancia. Cada palabra suya era por Lorena. Nunca pensaba en cómo ella se sentía, nunca. El dolor y la rabia la desbordaron, no pudo contenerse más. Le gritó, entre lágrimas, todo el sufrimiento y la humillación acumulados. Andrés pareció sorprendido. Tal vez era la primera vez que veía a la dócil y callada Diana en ese estado. Frunció apenas el ceño. Cuando discutían, bastaba con que él frunciera el entrecejo para que ella cediera. Incluso si le pedía que entregara su trabajo a Lorena, ella lo hacía. ¿Y ahora? ¿Qué le pasaba? Levantó una mano y la tomó del brazo: —Solo es una tesis, ¿por qué haces tanto drama? Siempre decías que querías que comiéramos juntos. Hoy tengo tiempo, vamos. Diana lo apartó con fuerza, toda la desesperación y la rabia que había guardado explotaron en ese gesto. —¡No voy! —Su voz temblaba, los ojos rojos de ira y llanto. —¡No soy tan miserable! Si tanto te molesta comer conmigo, no lo hagas nunca más. Se dio la vuelta y se fue corriendo, lejos de aquel lugar que la asfixiaba. Andrés se quedó quieto, mirándola alejarse. Era la primera vez que lo desafiaba, la primera vez que no obedecía. Frunció el ceño, sin entender del todo qué sentía: una mezcla de molestia y leve desconcierto. Antes, cuando ella lo miraba, sus ojos siempre brillaban con admiración y sumisión. Él hablaba, y ella escuchaba. Si él se mostraba serio, ella enseguida pensaba que había hecho algo mal y se apresuraba a disculparse. Pero ahora esa luz había desaparecido. En sus ojos solo quedaban el frío, el dolor y una distancia irreparable. ¿Está molesta por lo de la tesis? Pensó él. Vaya, qué manera tan infantil de reaccionar. Pero no la siguió. Para él, aquello no era más que un asunto insignificante. Con Lorena había que esforzarse para calmarla; ¿con Diana? No valía la pena. Ella sola se le pasaría. Retiró la mirada con indiferencia y se dio la vuelta, caminando en dirección contraria.

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