Capítulo 9
En el auricular no sonó la voz de Diana, sino una grabación fría: —El número que usted marcó no está disponible o ha restringido las llamadas entrantes...
Andrés apretó el teléfono con las manos de huesos marcados; sus dedos se tensaron al instante y las venas del dorso se le hincharon.
Una vez, dos, tres, siempre la misma señal.
Una capa de hielo pareció cubrir su rostro apuesto; en lo profundo de sus ojos había una sombra de incredulidad y crueldad.
¿Diana se había atrevido a bloquearlo?
A su lado, Héctor se acercó y, al ver su mala cara, soltó una risita desdeñosa con un tono ligero y gozoso: —Bah, que la bloquee. Total, ya te ibas a separar de ella; así te evitas la molestia de decírselo en persona.
Esas palabras le clavaron a Andrés como una puya en el pecho.
Una llama de ira, completamente fuera de control, surgió de pronto y lo consumió; su cordura vaciló bajo aquel fuego.
No soportaba la sensación de ser cortado de forma unilateral, sobre todo por ella, que siempre había sido t

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