Capítulo 17
—Te has despertado. —La voz de Diana era tranquila y fría, como si solo fueran dos extraños que se cruzaban por casualidad.
Esteban, en cambio, temblaba de emoción en todo su cuerpo.
Durante un mes entero, no la había vuelto a ver; ese anhelo desgarrador era como una marea interminable que casi lo había enloquecido.
Finalmente, la vio de nuevo, escuchó su voz y la emoción del reencuentro rompió todas las barreras de su contención.
Con los ojos enrojecidos, se incorporó de repente y estrechó a Diana con fuerza entre sus brazos.
—Dianita, de verdad eres tú. Dianita, cuánto te he echado de menos.
La voz de Esteban era grave y ronca, cargada de un amor y un apego infinitos.
El cuerpo de Diana se tensó levemente y, acto seguido, lo empujó con fuerza. —¡Esteban, ya estamos divorciados!
Esteban contempló el vacío repentino entre sus brazos; en sus ojos apareció de inmediato un matiz de dolor.
—Dianita, yo no estoy de acuerdo con el divorcio —dijo apresurado, intentando recuperar algo—. Ese dí

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