Capítulo 100
Víctor dio un paso al frente y le soltó una bofetada a José: —¡Inútil! ¿Cuántas veces te he dicho que dejes esa actitud de mujeriego?
José levantó apenas los párpados y me miró de reojo: —Yo no sabía que ella era la hermana del presidente Pablo. Además, si el presidente Pablo se casa con mi hermana, ¿por qué no dejar que yo me case con la señorita Patricia?
La imaginación de José era un agujero negro: sorprendente, absurda y agotadora. Daba ganas de matarlo, pero ni así bastaría, y encima habría que cargar con las consecuencias legales. Una impotencia amarga.
—¡Imposible! —Cuatro voces resonaron al mismo tiempo.
—¿Qué méritos tienes tú? ¿Quieres casarte con la hermana del presidente Pablo? ¿Acaso puedes compararte con Isabel? —Víctor lo fulminó con la mirada.
—José, ¿es que nunca piensas antes de hablar? —Isabel lo regañó con frustración.
Pablo se inclinó un poco hacia mí: —Patricia no será mi hermana de sangre, pero quiero que esté con la persona que ella ame.
Su mirada se clavó en mí

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