Capítulo 41
Tras un prolongado silencio, Pablo dejó escapar por la nariz un bufido de desdén.
—No sabes guardar las formas, hablas sin pensar, eres incapaz de asumir nada.
Dicho por él, sonaba tan frío y sarcástico que Ramón, al fin, pareció darse cuenta de que todos a su alrededor guardaban un silencio absoluto. Ahora era el centro de atención.
Pero para ser ridiculizado.
Se quedó inmóvil un instante, antes de que su rostro se tiñera de rojo. En sus ojos apareció primero el arrepentimiento, pero este dio paso rápidamente a la ira.
Estaba furioso.
Pablo, sin prestarle más atención, alzó levemente su copa de vino: —Disfruten de la velada.
La música agradable volvió a llenar el salón y la atmósfera recobró su animación, convirtiéndose de nuevo en una elegante fiesta social.
Todos parecían divertirse, salvo Ramón, incapaz de medir las circunstancias.
Cuando terminó la recepción, yo ya había olvidado el incómodo episodio. De regreso a Monteluz, en el avión, Pablo rompió el silencio: —Así que, cuando m

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