Capítulo 62
Capítulo sesenta y dos – Un típico Fernando.
El punto de vista de Hanna
Amaryllis volvió a pararse frente a mí, sus ojos eran oscuros y se parecían a los de su hermano. Ese momento fue la única vez que se parecían.
—Nunca serás la Reina Luna mientras yo esté viva —dijo furiosa.
Estaba un poco confundido y luego entendí que tener un compañero como Rey Alfa significaba que sería la Reina Luna.
¿No fue eso una degradación de ser Alfa a Reina Luna? “¿Y quién te necesita con vida?”, le pregunté a Amaryllis, burlonamente.
—¡No cruces tu límite, Hanna! Esa profecía fue inventada por locos. ¡El destino de cualquiera puede cambiarse! —gritó Luna.
Mis ojos estaban clavados en los de Ferdinand. La forma en que estaba callado y, a la vez, pensaba en las peores cosas que podía hacerme era divertidísima. Podía ver a través de él.
—No puedes cambiar mi destino. La diosa de la luna solo puede planificarlo, pero yo soy quien lo forja —dije sin mirarla.
“Sabes que además de tener un compañero que sería

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