Capítulo 8
Yo no dije nada, pero sabía bien qué escogería Camila.
En incontables ocasiones, entre Gabriela y yo, ella siempre lo eligió a él.
No sé qué pasó en estas dos semanas, pero en el tono de Gabriela apareció un matiz de reproche.
Como si quien no respondiera a Camila pero disfrutara de lo que ella entregaba nunca hubiera sido él.
Como si, desde el principio hasta el final, él fuera el verdadero titular.
Pero no necesitaba que yo explicara nada; Camila sabría cómo tranquilizarlo.
Esta vez, sin embargo, guardó silencio.
No corrió a calmar a Gabriela.
Él, sorprendido, dejó entrever una grieta en su habitual serenidad y en esa superioridad que parecía inquebrantable.
—Y yo que aún pensaba si debía aceptarte. Veo que nunca fuiste sincera. Que sean muy felices.
Su rostro se endureció; se dio la vuelta y se marchó.
El eco de sus pasos, fuerte y pesado, sonaba como una acusación.
Finalmente, Camila volvió en sí.
Dudó un momento y, al fin, me dijo: —Más tarde te lo explicaré.
Avanzó unos pasos y s

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