Capítulo 382
Jacob no dijo nada más, su mirada estaba fija en el rostro de Robert. La tez del hombre se estaba volviendo pálida como un pergamino cubierto de escarcha bajo una luz tenue.
¿Qué exactamente estaba saliendo mal?
¿Por qué se desplomó de repente el Cuarto Maestro?
Las preguntas se arremolinaban en la mente de Jacob, nubladas por la inquietud. De repente, giró la cabeza hacia Eleanor, que estaba de pie junto a la ventana. —Señora, ¿por qué se desmayó de repente el Cuarto Maestro?
Después de todo, sólo Robert y Eleanor habían estado presentes. Sólo Eleanor podía explicar lo que había sucedido momentos antes.
Eleanor levantó la vista y se encontró con la mirada de Jacob con una calma que contradecía su propia incertidumbre. Sacudió suavemente la cabeza. —No lo sé —murmuró, con una voz teñida de una vulnerabilidad inquietante.
Jacob frunció el ceño ligeramente. Algo no cuadraba. Su mente corría buscando respuestas hasta que de repente se le ocurrió una idea: «¿El doctor milagroso, el que cur

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