Capítulo 465
En este mundo ya no existía Susan.
Ya no hay muchacha ingenua que sonreía sin reservas, que creía en la esperanza sin dudar…
Sólo entonces Eleanor sintió verdaderamente el peso de la realidad: Susan se había ido. Se había ido de verdad, por completo e irreversiblemente.
Susana…
Eleanor recitó su nombre en silencio en su corazón, con un destello de dolor ensombreciendo sus delicadas cejas.
Pero ella seguiría viviendo.
Su vida no había sido fácil, moldeada no sólo por los incansables esfuerzos de Morris Harrison, sino también por el máximo sacrificio de Susan.
Tenía que sobrevivir, no sólo por ella misma, sino por aquellos que habían arriesgado todo por ella.
Con tranquila determinación, Eleanor se dio la vuelta, arrancó unas cuantas flores silvestres hermosas del campo y las colocó con cuidado ante la lápida de Susan. Su mirada se detuvo en el nombre grabado, sus ojos ilegibles pero cargados de emoción.
"Susan, descansa en paz. Un día nos volveremos a encontrar".
Desde un costado, Morri

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