Capítulo 1186
Y además, estaba dividido en muchos tipos, desde adornos antiguos hasta joyas.
Alicia levantó la cabeza y se encontró con la mirada de la señora Teresa y de Doña Lorena; mostró una sonrisa incómoda pero educada.
Doña Lorena preguntó: —¿Te ha gustado algo?
Alicia respondió: —Yo...
En realidad, no podía decidirse; ¿acaso Doña Lorena tenía tanto dinero que ya no sabía en qué gastarlo?
La señora Teresa intervino: —Mamá, no te apresures, deja que ella escoja con calma.
—Tienes razón, de todos modos, tenemos tiempo de sobra. Más adelante puedes ir eligiendo poco a poco.
Doña Lorena miró a Alicia. —De todas formas, aún es temprano. ¿Quieres que te enseñe la casa? Cuando Beto era niño, vivía aquí; todavía conservo muchas de las cosas que usaba de pequeño.
La señora Teresa asintió sonriendo. —Así es. En ese entonces, después de que su madre biológica lo tuvo, no se encontraba muy bien de salud, y Doña Lorena, temiendo que los sirvientes pudieran maltratar a Beto, se lo llevó personalmente a la

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