Capítulo 1529
Roberto no le dio la menor consideración.
Los hombres que acompañaban a Roberto se adelantaron para sujetar a Carlos.
Él se asustó. —Roberto, ¿qué haces? ¡No te atrevas!
Roberto soltó una risa. —¿Y qué es a lo que no me atrevería?
Alguien al lado intervino para mediar. —Todo se puede resolver negociando, no hay necesidad de que corra sangre.
—Sí, hoy es día de apuestas con jade, sería muy de mala suerte que hubiera sangre.
Roberto se mantuvo serio. —Para mí, no hay nada de malo en ello.
Pero una dama distinguida comentó: —Pero señor Roberto, usted lleva a una niña en brazos, si se asusta podría tener pesadillas.
Él bajó la cabeza para mirarla. —¿Tienes miedo?
La pequeña asintió con la cabeza. —Tengo miedo de la sangre.
Roberto suspiró. Entonces, miró a Carlos. —Con lo cobarde que eres, ¿te atreves a aparecer en público y hacer el ridículo?
—¿A quién llamas cobarde? ¡Mira esas piedras baratas que eligió! ¿Me equivoco al decirlo?
Los ojos de Roberto se entrecerraron. —¿Apuestas?
—¡Aposte

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