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Capítulo 655

Cuando Alicia vio la expresión de incomodidad en el rostro de María, un destello de reflexión cruzó por sus ojos. Le añadió un poco más de dificultad a la tarea de María. Así, si ella quería malversar fondos públicos, no le resultaría tan fácil, y seguramente tendría que buscar otra forma. Eso significaría que tendría que implicar a más personas para que la ayudaran. Y entonces, Alicia podría investigarlo con mayor profundidad. Alicia se levantó y se marchó; tampoco comió nada. Después de todo, el desayuno lo había preparado María y, siendo sinceros, no tenía apetito. Después de que se fue, María miró con pesar el cuenco de sopa de verduras que había dejado a su lado; le había escupido bastante saliva. ¡Y al final, no se lo comió! Solo quedaba esperar una semana más, y ya no tendría que vivir bajo la mirada vigilante de la familia García. ... Alicia regresó a la escuela, y Belén también volvió al dormitorio. Alicia miró a Belén, quien parecía un poco decaída: —¿Qué sucede? —Nada... Es solo que recién ahora me doy cuenta de que todo lo bueno que hacían esos parientes por mí estaba condicionado. En los ojos de Belén había un matiz de tristeza. Pensó que, después de dejar en ridículo a Lourdes, los demás parientes y amigos estarían de su lado, pero lamentablemente, lo único que querían era presentarle a otros hombres. Como si no casarse fuera un pecado. Belén sabía que lo que sus parientes realmente codiciaban eran las acciones de la empresa a su nombre, además de sus bienes. Querían que se casara, que invirtiera en los negocios que ellos le proponían. Belén no era ajena a sus verdaderas intenciones, pero al verlas de golpe tan claramente, solo se le vino un frío al corazón. Después de escucharla, Alicia guardó silencio por un momento: —Escuché que tu madrastra y tu hermano viven en el extranjero. —Sí. Mi hermano tiene problemas de salud, y fue tía Lourdes quien los obligó a irse. En aquel entonces decía que no se les podía permitir quitarme mi estatus e identidad. Ahora entiendo que lo hacía porque codiciaba todo lo que yo iba a heredar; al echar a mi madrastra y a mi hermano, podía tenerme bajo su control. El ánimo de Belén estaba algo caído. Sara, al escuchar esto, se enfadó mucho: —¿Cómo puede existir gente así? A partir de ahora debes ser independiente y fuerte; no puedes permitir que se aprovechen de ti. Belén asintió: —¡Eso mismo! Alicia sonrió: —Cuando te conviertes en alguien capaz, a quien no se atreven a subestimar, todo esto deja de ser un problema. Belén pronto recobró el ánimo y miró a Alicia diciendo: —¿Y tú? Seguro que tía Lourdes ya le contó a Jorge que todo esto fue una conspiración entre nosotras. ¿Te ganaste un problema? —Sí, pero como todavía quiere que yo los reconcilie, tampoco se atreve a hacerme nada. Sara resopló con desprecio: —Jorge sí que tiene cara, qué descarado. Pero Belén miró a Alicia: —Si él te amenaza con esto, yo puedo... —No hace falta, no tienes por qué sacrificarte. Alicia la interrumpió de inmediato antes de que terminara de hablar. Entendía su situación actual, pero no quería que, después de tanto esfuerzo para deshacerse de Jorge en la fiesta, volviera a quedar enredada con la familia por su culpa. Los ojos de Belén se enrojecieron: —Si algún día necesitas mi ayuda, no dudes en decírmelo. —De hecho, sí la necesito. Quiero investigar a la familia Mendoza. Alicia le contó todo sobre el accidente automovilístico de su padre en aquel entonces. Después de todo, Belén había crecido en los círculos de la alta sociedad, quizás pudiera saber algo. Belén, tras escucharla, asintió: —Está bien, te ayudaré a investigar si alguien de la familia Mendoza tuvo un accidente en Vientomar en esa época.

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