“¿No estás defraudando a tus padres?” Elizabeth la golpeó donde más le dolía.
Quinn se quedó atónita de repente. Estaba acostumbrada a culparse a sí misma y a dejarse llevar por el odio. Nunca había pensado en lo que sus padres querían que hiciera en el futuro.
"Ya es demasiado tarde", dijo Quinn con lágrimas en los ojos. "No hay cura. Está viviendo una vida innoble".
“Vive un día más y podrás ver más de este mundo para tus padres”. Elizabeth no intentó persuadirla y su tono era muy tranquilo. No le gustaba sermonear, pero podía entender la lucha interna y el deseo de Quinn.
“Lo intentaré lo mejor que pueda”.
Fueron estas cuatro palabras nuevamente.
Elizabeth inclinó la cabeza y miró al Maestro Ezra, que a menudo mencionaba esas cuatro palabras. Reveló una leve sonrisa.
El maestro Ezra frunció el ceño y giró la cabeza para mirar a Elizabeth.
[No me estoy riendo de ti.]
Elizabeth lo consoló rápidamente.
[Come más. Anoche gastaste demasiada energía. Date prisa y repone tus energías.]
Aun