Capítulo 16
Pero, en el segundo siguiente, Ignacio sacudió la cabeza, rechazándola sin el menor titubeo.
—No es necesario.
Flavia no se desanimó, de todos modos, tampoco esperaba que funcionara a la primera. Este desenlace estaba dentro de sus cálculos, —Está bien. Pero si algún día el presidente Navarro llega a necesitarlo, ¿puedo ser la primera opción?
Él no respondió ni con un sí ni con un no, solo arqueó una ceja con cierta diversión en la mirada, —¿Por qué yo?
La pregunta la tomó por sorpresa, pero rápidamente recuperó la compostura.
—¿Acaso el gusto necesita tantas explicaciones? —Flavia presionó los labios y desvió la mirada, —Si el presidente Navarro insiste en saber la razón, solo puedo decir que… porque eres tú, así de simple.
Al final de su frase, su tono se tornó un poco melancólico.
Pero no mentía.
El aire entre ambos quedó en un silencio pesado, y solo el sonido de la cuchara chocando contra la taza de café de vez en cuando interrumpía la quietud.
Tras unos segundos, Ignacio levantó

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