Capítulo 51
Al principio, el beso empezó fácil, a medias; si le hubieras preguntado a la bonita morena contra la que Julianna habría aplastado sus labios.
Y eso era exactamente lo que tenía que pasar. Esta acción era solo una forma de demostrarle a Franklin que él no era un maldito dios, que no era nada del otro mundo, que pensaba que podía controlar su vida como quisiera, que le decía con quién debía y con quién no debía encontrarse, y que ella ya hacía tiempo que estaba harta de escuchar sus enfermizas órdenes.
Sin embargo, en algún momento las cosas cambiaron y el beso se convirtió en algo más profundo, más íntimo.
El moreno se había recuperado de su sorpresa y le devolvía el beso, abrazándola fuerte. Parecía haber comprendido la situación más rápido de lo que a Julianna le hubiera gustado. Aunque no le gustaba el hecho de que le estuviera metiendo la maldita lengua en la garganta, no tenía planes de echarse atrás.
Porque, incluso con los ojos cerrados, podía sentir los ojos de Franklin quemánd

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