Capítulo 58
Julianna se paró frente al cristal de la sala de interrogatorios, observando cómo el oficial que estaba adentro le hacía una serie de preguntas a su atacante.
Sin sudadera, mascarilla y gorra, Julianna pudo ver que parecía un típico sinvergüenza.
Qué asco, ¿cómo se le ocurrió a Franklin que era una buena idea contratar a alguien como él? ¿Por qué se le ocurrió a Franklin que era una buena idea contratar a alguien para que le hiciera daño?
La idea la enojaba más que el dolor que sentía cada vez que pensaba en ello.
El sonido de la puerta al abrirse sacó a Julianna de sus pensamientos. Miró en esa dirección y vio que el oficial salía de la puerta y ya no interrogaba a su atacante.
—Señorita Leclerc —la saludó el oficial, metiendo las manos en los bolsillos mientras se acercaba a ella.
—¿Qué dijo? —preguntó Julianna directamente, apartando la mirada del criminal solo por unos segundos.
El oficial suspiró. "Se ha negado a decir nada concreto, sólo dice que usted se lo buscó". Hizo una paus

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