Capítulo 65
“…¿Señorita Leclerc? ¿Señorita Leclerc? ¡Julianna Leclerc!”
Julianna se estremeció y, de repente, salió de sus pensamientos. Frente a ella estaba sentada Viviana, escrutando cada uno de sus movimientos con ojos críticos.
Mierda, maldijo en su mente, reprendiéndose mentalmente por caer en el limbo de sus pensamientos mientras estaba sentada y discutiendo negocios con Viviana.
Pero ¿acaso alguien podía culparla? Los acontecimientos que habían sucedido hoy le estaban pasando factura. Primero, esos malditos ejecutivos y luego su abuelo.
Dios, cada vez que pensaba en la exigencia de su abuelo, sentía ganas de golpearse la cabeza contra la mesa.
¿Cómo diablos se suponía que iba a lograr que Franklin abandonara el maldito trato?
—Señorita Leclerc, parece distraída —comenzó Viviana, colocando los papeles que estaba leyendo sobre la mesa y fijando toda su atención en Julianna—. ¿Hay algo en el trato que la esté molestando?
—No —dijo Julianna, sacudiendo la cabeza—. Nada en absoluto. Me disculpo

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