Capítulo 29
Ella caminó hacia aquel enorme ventanal de suelo a techo.
Fue solo al situarse allí que realmente comprendió lo que significaba estar en lo alto y ver más lejos.
Al dirigir la mirada más allá de la hilera ordenada de rascacielos, pudo distinguir con claridad el edificio de apartamentos en el que vivía y, además, su propio balcón.
Aquel pequeño rincón que ella misma había llenado de flores y plantas.
Su corazón se sintió, de repente, vacío.
Pensó si David también se habría detenido innumerables veces en este mismo lugar para mirar en esa dirección.
Quizás, en aquellos días en que ella no sabía nada, sus miradas se habían cruzado a través de la distancia, sin que ninguno de los dos lo supiera.
¡Qué pensamiento tan ridículo!
Retiró la mirada y la dirigió hacia el otro lado de la oficina.
Una enorme estantería ocupaba toda la pared, repleta de libros de tapa dura, en su mayoría sobre economía y gestión, junto con algunos ejemplares en versión original en el idioma de la Federación del Sol.

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