Capítulo 42

La llamada terminó así. Bianca permaneció en el lugar; tras un instante, murmuró una maldición al aire con un volumen que solo ella podía escuchar. —¡Maldita sea! Se dio la vuelta y, con pasos rápidos, se alejó de aquel lugar que debía haber sido testigo de una promesa. Al mismo tiempo, un Rolls-Royce dorado circulaba con suavidad por la autopista que conducía al aeropuerto. David se sentó en el espacioso asiento trasero, con la mirada fija en el contorno de la ciudad que se alejaba rápidamente por la ventana. Ese día, iba a recibir a un invitado de enorme importancia para él. El profesor Alonso. Era su mentor durante el doctorado en medicina en la Federación del Sol, y una figura consagrada en el ámbito médico. Más importante aún, David tenía razones para creer que aquel profesor podría conocer el paradero de la enigmática Lilia. Según la información fragmentaria que poseía, Lilia era muy probablemente alguien formado por el propio Alonso. Si lograba obtener la colaboración de Lilia,