Capítulo 50

—¡San, te amo! —¡San, siempre te apoyaremos! Los gritos surgían uno tras otro; el entusiasmo casi levantaba el techo, era incluso más ruidoso que en un concierto. El personal de seguridad y los trabajadores no se atrevían a bajar la guardia ni un segundo. Cada fan que entraba era revisado cuidadosamente, temiendo que ocurriera algún imprevisto. Dentro del camerino, todo quedaba aislado del bullicio exterior. Sandra estaba sentada frente al espejo, mientras la maquilladora le hacía los últimos retoques. Su maquillaje era impecable: las sombras de ojos lucían coloridas, las pestañas estaban rizadas y toda su apariencia emanaba una belleza meticulosamente esculpida. La asistente entró abrazando un enorme oso de peluche, de medio cuerpo de altura, junto con algunos pequeños regalos, y exclamó emocionada: —Señorita Sandra, el salón de banquetes ya está completamente lleno. ¡Hay más de mil personas! Y muchos fans no han podido entrar... Si lo hubiéramos sabido, habríamos reservado un estadio