Capítulo 74
David dio un traspié y casi perdió el equilibrio.
El aire a su alrededor se volvió tan denso que apenas podía respirar.
Pasó un largo momento.
Finalmente, logró pronunciar algo.
—¡Encuéntrenla!
Dijo al fin, con la voz ronca, cargada de un miedo que jamás había sentido antes.
Apenas terminó de hablar, se dio la vuelta y corrió hacia los ascensores como un loco.
A la una y media de la madrugada.
En el lugar del accidente, en la autopista de circunvalación, el olor acre del metal y la gasolina quemada impregnaba el aire.
El auto de Bianca, aquel vehículo que David conocía tan bien, se había reducido a una masa retorcida y ennegrecida de chatarra.
Los bomberos realizaban las últimas maniobras para asegurar la zona.
Por fortuna, tras una inspección minuciosa, confirmaron que no había nadie dentro del vehículo.
David permanecía tras la cinta de seguridad, con la mirada fija en aquel amasijo de metal. Sentía el corazón oprimido, como si una mano invisible lo apretara con fuerza, provocándole

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